Seis meses de paciencia

Decía Enrique Malatesta, aquel prolífico agitador anarquista internacional, que ayudo a organizar e incluso escribió los estatutos del primer sindicato de obreros Panaderos de la argentina, que “El límite de la opresión de un gobierno, es la fuerza que el pueblo es capaz de oponerle”, podemos decir que la paciencia del pueblo al nuevo gobierno le estamos dando una generosa tregua, a pesar de lo duro que éste nos aprieta, ajusta y recorta, tanto en beneficios y conquistas sociales que hasta hace muy poco tiempo parecían indiscutibles, como en obras y servicios de los cuales generalmente se hacía cargo el complejo aparato estatal.

Entrado en su sexto mes de dirigir un Estado que decía querer destruir, el autoproclamado liberal libertario sigue teniendo a su favor la paciencia, pasividad y complicidad (como la sindical) de los sectores sociales que más padecen y padecerán las medidas económicas de esta diversa alianza de diversos sectores de derecha que respaldan y le escriben la agenda al gobierno.

El balance de este primer semestre es favorable solo para los sectores más ricos de la economía concentrada que, a pesar de haber apostado por los dos candidatos presidenciales, rápidamente se alineó a las posibilidades concretas de un programa económico mucho más beneficioso que el que podía ofrecerle el peronismo.  En concreto el gobierno viene cumpliendo lo que prometió, solo que con una mentira de por medio, la cacareada “casta” que pagaría el costo del ajuste no fueron los políticos sino que  terminó siendo el pueblo de a pie, ya que descargó todo el peso del brutal ajuste sobre los sectores más desfavorecidos y con menor capacidad de resistencia: jubilados, trabajadores informales (más del 50% de la mano de obra ocupada), empleados del sector público donde se registraron más de 25.000 despidos y el presidente subía la apuesta prometiendo duplicar esa cifra a 50.000 despidos más y ahora también empleados formales del sector privado, ya que los despidos hasta marzo llegaban a 95.000 trabajadores en la calle, según el informe que elabora la Secretaría de Trabajo. Como un goteo permanente, esa cifra se sigue aumentando en todas las ramas de producción y servicios, con cuando no, el silencio cómplice de las estructuras del sindicalismo que se cargaron al hombro la campaña del partido peronista que perdió las elecciones y después de eso, ya con el nuevo gobierno metieron amagues, un paro precipitado y otro sin movilización y poco más y se durmieron la siesta a esperar mejores tiempos, mientras en un desordenado recular los trabajadores observamos  la fiesta que se están haciendo las patronales. 

En el sector de los pasivos, las jubilaciones mínimas cayeron un 17% y en el acumulado llevan un derrumbe de 33%, lo que no llega ni a cubrir la línea de pobreza que marca el INDEC, esta situación la vienen denunciando los compañeros de Jubilados Insurgentes que reclaman una jubilación mínima con un monto que por lo menos alcance para cubrir la canasta básica de un adulto mayor.

En cuanto a la pobreza, que sigue incrementándose y ya alcanzó al 55,5% de la población, sumó a 4 millones de personas al triste número en estos 6 meses, lo que nos da cerca de 25 millones de personas pobres en un país rico completamente en recursos y alimentos. En esa cifra se incluyen 8 millones de argentinos que son directamente indigentes*, con todo lo que esto trae aparejado como problemas de desnutrición infantil, salud, etc.  Aunque la pobreza sea también de arrastre del gobierno anterior y de más atrás también y sea posiblemente uno de los tantos motivos que llevo a esa especie de desencanto general, que impulso al anarco-capitalista al poder.

La otra pata de este experimento social en el que estamos inmersos, además del retroceso en protecciones sociales y laborales para la mayor parte de la población, es lo que desde el poder llaman “batalla cultural” que pretenden dar contra todo lo que se oponga al proyecto ultra liberal en lo económico y ultra conservador en lo ideológico que embandera al gobierno y a su alianza de fuerzas de derecha, la persecución discursiva  y en cualquier momento institucional contra movimientos sociales como también a los colectivos de derechos humanos, al movimiento feminista, a las luchas ambientalistas, estas últimas sobre todo luego de desregular las políticas de protección medioambiental por medio de la aprobación del RIGI que habilitará sistemas de mega minería resistidos en muchas poblaciones.

La tremenda agresión sin precedentes a la clase trabajadora y el pueblo, la ausencia total de sensibilidad o propuestas de solución de la que se jactan en el micro mundo del presidente y sus obsecuentes es totalmente indignante, celebran el ajuste y los despidos de estatales y anuncian mejoras económicas que nadie percibe, todo esto bajo una promesa incomprobable de una futura prosperidad que llegaría con el predominio del mercado tras un cambio total del modelo social de Argentina. Detrás de todos estos números y cifras hay un pueblo que ya las está padeciendo y que empezará a sentirlas cada vez más, al medio y detrás esperando su turno para volver al poder una oposición de políticos endeble y errática que generó la mayoría de las políticas represivas que hoy blandirá el gobierno contra quienes nos opongamos a él.

* Según datos del Observatorio Social de la UCA referentes al primer trimestre 2024